El Antonov An-225 era mucho más que un modelo de aviación. Era el avión más grande del mundo y un símbolo de orgullo nacional ucranio. Bautizado como Mriya, sueño en ucranio, fue la gran proeza de la ingeniería del país en los últimos coletazos de la Unión Soviética. Las tropas rusas tomaron el aeropuerto de Gostomel, situado a 25 kilómetros al noroeste del centro de Kiev (Ucrania) y que acogía a esta aeronave. Las primeras fotos de satélite y una imagen que se puede ver en el vídeo de esta noticia, hacían presagiar que el modelo había sufrido daños.
Los peores pronósticos se confirmaron en el rostro de Dimytro Antonov, identificado por Reuters como el capitán del Mriya. Cabizbajo, se lamenta en este vídeo de ver los restos de lo que solía ser su avión: “Me acabo de acordar de que hace solo dos meses hice mi último vuelo comercial con él”. A la pregunta del periodista de si se podrá reconstruir el An-225 su respuesta es clara: “No, como mucho se podrán reutilizar algunas piezas”.
La compañía de defensa estatal ucrania Ukroboronprom, que administra el Antonov, emitió el domingo un comunicado diciendo que el avión había sido destruido, pero que sería reconstruido a expensas de Rusia, un coste que calculó en 3.000 millones de dólares. “Se estima que la restauración costará más de tres mil millones de dólares y más de cinco años de trabajo”, dice el escrito. “Nuestra tarea es garantizar que estos costos sean cubiertos por la Federación Rusa, que ha causado daños intencionales a la aviación y al sector de carga aérea de Ucrania”, concluye.