El avance de las tropas rusas se ralentiza. La resistencia ucrania ―“firme y bien coordinada”, según la ha definido el Ministerio de Defensa británico en su último informe― retiene en sus manos la mayor parte del territorio del país. Las tropas rusas han avanzado con conquistas en el este y, sobre todo, en el sur, pero en los últimos días sus avances “son mínimos”, según el texto elaborado por el espionaje británico. Kiev ha lanzado una contraofensiva, la invasión está “estancada” y Moscú sigue sufriendo numerosas bajas. Aun así, el precio que paga Ucrania es cada vez más alto, con Rusia cebándose con la población para desgastar la resistencia. En Mariupol, asediada desde hace 13 días, los equipos de rescate buscan a supervivientes del bombardeo de un teatro donde se refugiaban “cientos de civiles”, entre ellos muchos niños, según las autoridades ucranias. Moscú niega que sus fuerzas apunten contra objetivos civiles. También rechaza que hayan llevado a cabo un ataque aéreo contra el teatro de Mariupol y culpa a las fuerzas ucranias de hacerlo estallar como una “provocación sangrienta”.
La negociación entre rusos y ucranios para tratar de frenar los ataques avanza muy lentamente. Aunque el equipo de Kiev ha asegurado que hay espacio para el compromiso en el borrador que ha propuesto Moscú (que incluye el abandono de la intención de Ucrania de unirse a la OTAN, el reconocimiento de la península ucrania de Crimea como parte de Rusia y la independencia de las regiones separatistas del Donbás manejadas por Moscú, así como garantías sobre el uso del idioma ruso en el país, entre otras cosas), hay aún “contradicciones fundamentales”, en palabras del Gobierno ucranio. Moscú ha acusado, además, a Kiev de ser “lento” en el diálogo. El Ejecutivo de Zelenski remarca que para avanzar por cualquier canal las tropas del Kremlin deben cesar los ataques.
De fondo, en plena negociación y sin interrumpir unos bombardeos cada vez más sangrientos contra infraestructuras civiles y zonas residenciales, y mientras mantiene amenazadoramente a sus buques de guerra frente a Odesa, en el mar Negro, Putin no ha rebajado su durísima retórica. Con Rusia aislada por la mayoría de la comunidad internacional, su economía en serias dificultades y no pocos ciudadanos tratando de salir del país por los pocos canales que quedan tras la suspensión de numerosas rutas internacionales, el jefe del Kremlin ha recalcado que los rusos prooccidentales son “escoria y traidores” y deberían ser purgados. Putin asegura, además, que la “operación militar especial”, como denomina a la invasión, sigue según el cronograma planificado.
Los movimientos diplomáticos continúan. Dos días después de la visita de tres líderes europeos a Kiev, a pesar de los ataques, para conversar cara a cara con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, este jueves el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ha conversado con Putin y le ha propuesto organizar una reunión con el líder ucranio. Erdogan ha enviado además a su ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, a Lviv, al oeste del país, para reunirse con su homólogo ucranio, Dmitro Kuleba. El turco, que este miércoles se vio en Moscú con el jefe de la diplomacia rusa, Serguéi Lavrov, ha asegurado que “hay esperanzas” para acordar un alto el fuego. El viernes, en medio de la especulación por la postura de China en la guerra, el presidente estadounidense, Joe Biden, hablará con el chino, Xi Jinping. Washington busca presionar a Pekín para que no apoye la invasión de Putin.