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lunes, abril 28, 2025
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Fracasa la ofensiva diplomática para lograr un alto el fuego en Ucrania

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Sin acuerdo de alto el fuego y con nuevos ataques a las ciudades asediadas en Ucrania. Así han terminado las diferentes ofensivas diplomáticas ensayadas este jueves, con la esperada reunión entre los ministros de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y de Ucrania, Dmitro Kuleba, con la mediación de Turquía como foco principal. La cita —con el telón de fondo del brutal ataque el día anterior a un hospital materno-infantil en Mariupol, en el que tres personas, entre ellas una niña, perdieron la vida— no ha arrojado ningún avance significativo para poner fin a la guerra de Vladímir Putin contra Ucrania. Tampoco surtieron efecto visible las conversaciones que mantuvieron tanto el presidente francés, Emmanuel Macron, como el canciller alemán, Olaf Scholz, con el líder ruso, Vladímir Putin.

La invasión, que entra en su tercera semana, acumula ataques cada vez más violentos contra la población civil y no se vislumbra un horizonte de final claro. Los jefes de las diplomacias de ambos países no han logrado ni siquiera alcanzar un pacto para crear un corredor humanitario que permita evacuar a las personas atrapadas en zonas donde la situación es crítica. Lavrov, enrocado en la retórica del Kremlin de que Moscú ni ha invadido ni ataca a Ucrania, sino que se protege de las amenazas del país vecino, ha asegurado incluso que la propuesta de establecer un acuerdo de alto el fuego no ha estado sobre la mesa.

En paralelo a la mesa entre Lavrov y Kuleba, Scholz y Macron han exigido otra vez un alto el fuego inmediato en Ucrania en una llamada con Putin, según ha explicado un alto funcionario alemán al final del encuentro. Macron y Scholz también han enfatizado a Putin que cualquier solución del conflicto debe llegar a través de negociaciones diplomáticas entre Ucrania y Rusia y no debe pasar por las armas. Scholz, Macron y Putin han acordado permanecer en estrecho contacto en los próximos días, según ese funcionario alemán.

Mientras se celebraba en Antalya (Turquía) la reunión de los máximos responsables de Exteriores de Kiev y Moscú, ha vuelto a fracasar un nuevo intento de establecer un pasillo seguro para salir de la asediada Mariupol. Allí la situación es “apocalíptica”, según la Cruz Roja. Un convoy humanitario que intentaba llegar este jueves a la ciudad se vio obligado a dar la vuelta debido a los combates, según las autoridades ucranias. Con enormes dificultades de suministro de electricidad, sin calefacción en pleno invierno, sin apenas agua potable, alimentos o fármacos, la urbe vive una situación desesperada. El Ayuntamiento asegura que más de 1.200 civiles han muerto estos días de guerra y que entierran los cuerpos en fosas comunes. Rusia ansía capturar Mariupol para trazar un corredor desde la península ucrania de Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014, y las zonas del Donbás controladas por Moscú.

El Kremlin insiste en que sus tropas no atacan a civiles. Pero ante la cada vez mayor condena internacional por el ataque al hospital materno-infantil de Mariupol, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha declarado este jueves que Moscú investigará lo sucedido. Sin embargo, en otra contradicción en el relato del Kremlin, el ministro Lavrov ha insistido en que el centro sanitario —donde había mujeres embarazadas y niños recién nacidos, según las imágenes verificadas posteriores al bombardeo— “fue utilizado” por un “batallón radical” y que allí había milicianos armados.

Las agencias de espionaje occidentales han alertado de que a medida que el avance ruso sobre las principales piezas se ralentiza, el Kremlin podría recurrir a armas más potentes, destructivas y no convencionales. Rusia lleva varios días acusando a Ucrania de desarrollar armas biológicas con el apoyo de Estados Unidos. Washington, que ha insistido en que esas acusaciones son “absurdas”, ha advertido que los comentarios rusos pueden ser el escudo para emplear en sus ataques a Ucrania armas químicas o biológicas.

Las bajas civiles aumentan y el éxodo de ucranios que huyen de la guerra supera ya los dos millones de personas. Pero tras la reunión en Turquía, el ministro de Exteriores de Ucrania ha acusado a su homólogo ruso de no estar dispuesto a una negociación real, sino tan solo a aceptar la rendición de Kiev. Por su parte, Lavrov ha asegurado que el diálogo debe avanzar con el equipo que se ha reunido tres veces en Bielorrusia, cerca de la frontera con Ucrania, unos encuentros que apenas han obtenido resultados. Esta insistencia rusa en llevar el ámbito negociador a su terreno (Bielorrusia es firme aliado de Rusia) es probable que esté ligada a que Ucrania se siente más cómoda en Turquía, donde hay más ojos, tanto de la prensa internacional como de multitud de diplomáticos: Antalya acoge estos días un foro en el que participan dirigentes, ministros y exmandatarios de numerosos países.

Lavrov, no obstante, ha abierto la puerta a una reunión entre Putin y el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, un encuentro que este último lleva largo tiempo reclamando. “Espero que esto sea necesario en algún momento”, ha dicho el ministro de Exteriores ruso. “Pero es necesario realizar un trabajo preparatorio”, ha añadido.

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La invasión, que entra en su tercera semana, acumula ataques cada vez más violentos contra la población civil y no se vislumbra un horizonte de final claro. Los jefes de las diplomacias de ambos países no han logrado ni siquiera alcanzar un pacto para crear un corredor humanitario que permita evacuar a las personas atrapadas en zonas donde la situación es crítica. Lavrov, enrocado en la retórica del Kremlin de que Moscú ni ha invadido ni ataca a Ucrania, sino que se protege de las amenazas del país vecino, ha asegurado incluso que la propuesta de establecer un acuerdo de alto el fuego no ha estado sobre la mesa.

En paralelo a la mesa entre Lavrov y Kuleba, Scholz y Macron han exigido otra vez un alto el fuego inmediato en Ucrania en una llamada con Putin, según ha explicado un alto funcionario alemán al final del encuentro. Macron y Scholz también han enfatizado a Putin que cualquier solución del conflicto debe llegar a través de negociaciones diplomáticas entre Ucrania y Rusia y no debe pasar por las armas. Scholz, Macron y Putin han acordado permanecer en estrecho contacto en los próximos días, según ese funcionario alemán.

Mientras se celebraba en Antalya (Turquía) la reunión de los máximos responsables de Exteriores de Kiev y Moscú, ha vuelto a fracasar un nuevo intento de establecer un pasillo seguro para salir de la asediada Mariupol. Allí la situación es “apocalíptica”, según la Cruz Roja. Un convoy humanitario que intentaba llegar este jueves a la ciudad se vio obligado a dar la vuelta debido a los combates, según las autoridades ucranias. Con enormes dificultades de suministro de electricidad, sin calefacción en pleno invierno, sin apenas agua potable, alimentos o fármacos, la urbe vive una situación desesperada. El Ayuntamiento asegura que más de 1.200 civiles han muerto estos días de guerra y que entierran los cuerpos en fosas comunes. Rusia ansía capturar Mariupol para trazar un corredor desde la península ucrania de Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014, y las zonas del Donbás controladas por Moscú.

El Kremlin insiste en que sus tropas no atacan a civiles. Pero ante la cada vez mayor condena internacional por el ataque al hospital materno-infantil de Mariupol, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha declarado este jueves que Moscú investigará lo sucedido. Sin embargo, en otra contradicción en el relato del Kremlin, el ministro Lavrov ha insistido en que el centro sanitario —donde había mujeres embarazadas y niños recién nacidos, según las imágenes verificadas posteriores al bombardeo— “fue utilizado” por un “batallón radical” y que allí había milicianos armados.

Las agencias de espionaje occidentales han alertado de que a medida que el avance ruso sobre las principales piezas se ralentiza, el Kremlin podría recurrir a armas más potentes, destructivas y no convencionales. Rusia lleva varios días acusando a Ucrania de desarrollar armas biológicas con el apoyo de Estados Unidos. Washington, que ha insistido en que esas acusaciones son “absurdas”, ha advertido que los comentarios rusos pueden ser el escudo para emplear en sus ataques a Ucrania armas químicas o biológicas.

Las bajas civiles aumentan y el éxodo de ucranios que huyen de la guerra supera ya los dos millones de personas. Pero tras la reunión en Turquía, el ministro de Exteriores de Ucrania ha acusado a su homólogo ruso de no estar dispuesto a una negociación real, sino tan solo a aceptar la rendición de Kiev. Por su parte, Lavrov ha asegurado que el diálogo debe avanzar con el equipo que se ha reunido tres veces en Bielorrusia, cerca de la frontera con Ucrania, unos encuentros que apenas han obtenido resultados. Esta insistencia rusa en llevar el ámbito negociador a su terreno (Bielorrusia es firme aliado de Rusia) es probable que esté ligada a que Ucrania se siente más cómoda en Turquía, donde hay más ojos, tanto de la prensa internacional como de multitud de diplomáticos: Antalya acoge estos días un foro en el que participan dirigentes, ministros y exmandatarios de numerosos países.

Lavrov, no obstante, ha abierto la puerta a una reunión entre Putin y el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, un encuentro que este último lleva largo tiempo reclamando. “Espero que esto sea necesario en algún momento”, ha dicho el ministro de Exteriores ruso. “Pero es necesario realizar un trabajo preparatorio”, ha añadido.

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La invasión, que entra en su tercera semana, acumula ataques cada vez más violentos contra la población civil y no se vislumbra un horizonte de final claro. Los jefes de las diplomacias de ambos países no han logrado ni siquiera alcanzar un pacto para crear un corredor humanitario que permita evacuar a las personas atrapadas en zonas donde la situación es crítica. Lavrov, enrocado en la retórica del Kremlin de que Moscú ni ha invadido ni ataca a Ucrania, sino que se protege de las amenazas del país vecino, ha asegurado incluso que la propuesta de establecer un acuerdo de alto el fuego no ha estado sobre la mesa.

En paralelo a la mesa entre Lavrov y Kuleba, Scholz y Macron han exigido otra vez un alto el fuego inmediato en Ucrania en una llamada con Putin, según ha explicado un alto funcionario alemán al final del encuentro. Macron y Scholz también han enfatizado a Putin que cualquier solución del conflicto debe llegar a través de negociaciones diplomáticas entre Ucrania y Rusia y no debe pasar por las armas. Scholz, Macron y Putin han acordado permanecer en estrecho contacto en los próximos días, según ese funcionario alemán.

Mientras se celebraba en Antalya (Turquía) la reunión de los máximos responsables de Exteriores de Kiev y Moscú, ha vuelto a fracasar un nuevo intento de establecer un pasillo seguro para salir de la asediada Mariupol. Allí la situación es “apocalíptica”, según la Cruz Roja. Un convoy humanitario que intentaba llegar este jueves a la ciudad se vio obligado a dar la vuelta debido a los combates, según las autoridades ucranias. Con enormes dificultades de suministro de electricidad, sin calefacción en pleno invierno, sin apenas agua potable, alimentos o fármacos, la urbe vive una situación desesperada. El Ayuntamiento asegura que más de 1.200 civiles han muerto estos días de guerra y que entierran los cuerpos en fosas comunes. Rusia ansía capturar Mariupol para trazar un corredor desde la península ucrania de Crimea, que Rusia se anexionó ilegalmente en 2014, y las zonas del Donbás controladas por Moscú.

El Kremlin insiste en que sus tropas no atacan a civiles. Pero ante la cada vez mayor condena internacional por el ataque al hospital materno-infantil de Mariupol, el portavoz de Putin, Dmitri Peskov, ha declarado este jueves que Moscú investigará lo sucedido. Sin embargo, en otra contradicción en el relato del Kremlin, el ministro Lavrov ha insistido en que el centro sanitario —donde había mujeres embarazadas y niños recién nacidos, según las imágenes verificadas posteriores al bombardeo— “fue utilizado” por un “batallón radical” y que allí había milicianos armados.

Las agencias de espionaje occidentales han alertado de que a medida que el avance ruso sobre las principales piezas se ralentiza, el Kremlin podría recurrir a armas más potentes, destructivas y no convencionales. Rusia lleva varios días acusando a Ucrania de desarrollar armas biológicas con el apoyo de Estados Unidos. Washington, que ha insistido en que esas acusaciones son “absurdas”, ha advertido que los comentarios rusos pueden ser el escudo para emplear en sus ataques a Ucrania armas químicas o biológicas.

Las bajas civiles aumentan y el éxodo de ucranios que huyen de la guerra supera ya los dos millones de personas. Pero tras la reunión en Turquía, el ministro de Exteriores de Ucrania ha acusado a su homólogo ruso de no estar dispuesto a una negociación real, sino tan solo a aceptar la rendición de Kiev. Por su parte, Lavrov ha asegurado que el diálogo debe avanzar con el equipo que se ha reunido tres veces en Bielorrusia, cerca de la frontera con Ucrania, unos encuentros que apenas han obtenido resultados. Esta insistencia rusa en llevar el ámbito negociador a su terreno (Bielorrusia es firme aliado de Rusia) es probable que esté ligada a que Ucrania se siente más cómoda en Turquía, donde hay más ojos, tanto de la prensa internacional como de multitud de diplomáticos: Antalya acoge estos días un foro en el que participan dirigentes, ministros y exmandatarios de numerosos países.

Lavrov, no obstante, ha abierto la puerta a una reunión entre Putin y el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, un encuentro que este último lleva largo tiempo reclamando. “Espero que esto sea necesario en algún momento”, ha dicho el ministro de Exteriores ruso. “Pero es necesario realizar un trabajo preparatorio”, ha añadido.

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