Las tropas rusas han golpeado este lunes varias estaciones de tren e infraestructuras ferroviarias en cinco puntos del centro y el oeste de Ucrania en lo que parece un ataque coordinado para dificultar la logística del país y paralizar infraestructuras claves. Los bombardeos, que se han desarrollado en el plazo de una hora, han acabado con la vida de al menos cinco personas y han dejado más de 40 heridos. Estos ataques se producen unas horas después de que el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, y el secretario de Defensa, Lloyd Austin, visitasen Kiev, donde se reunieron con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Los políticos estadounidenses llegaron y se marcharon en tren vía Polonia, en una visita que la Casa Blanca había tratado de mantener en secreto.
El mando militar ucranio ha asegurado en una nota publicada en las redes sociales que el ataque a las infraestructuras ferroviarias buscaba “interrumpir los suministros de armas” que sus aliados occidentales envían a Ucrania. El portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Igor Konashenkov, ha asegurado que Moscú usó “armas de precisión” para destruir subestaciones de tracción, que han dejado sin electricidad algunas de las líneas férreas que Kiev utiliza para trasportar armas y equipamiento militar extranjero.
El presidente Zelenski lleva semanas insistiendo en su petición de armas a sus aliados, ahora para hacer frente a la segunda fase de la invasión rusa, que ha cumplido ya 61 días y que ahora tiene como foco principal el área de Donbás, en el este, y el flanco sur del país. El Reino Unido ha anunciado este lunes que enviará a Ucrania vehículos blindados Stormer. También EE UU planea enviar al país del Este un nuevo suministro de piezas de artillería, cohetes y granadas.
Pocos días después de que un mando militar ruso anunciase una segunda fase en la invasión a Ucrania, con el foco en la región de Donbás y en el sur de país tras el fracaso de su ofensiva contra Kiev, las autoproclamadas autoridades de la región separatista de Transnistria, en Moldavia, han asegurado este lunes que un edificio del Gobierno no reconocido por la comunidad internacional ha sido bombardeado con un lanzagranadas de mano en la capital de esa región, Tiraspol. Moscú apuntó que el nuevo objetivo de esta ofensiva era también obtener acceso a Transnistria (región fronteriza con el sur de Ucrania), un territorio que lleva años atrapado en la Guerra Fría y donde Rusia (que no reconoce este territorio como independiente) tiene una agrupación militar de unos 1.000 soldados responsables de viejos depósitos de municiones de la URSS.
En las últimas semanas, el Gobierno ucranio ha alertado de que Rusia podría lanzar también ataques desde ese territorio, que se autoproclamó independiente en 1990 y que tras varios referendos no reconocidos votó para unirse a Rusia, con la que no tiene frontera. Sin embargo, la presidenta moldava, Maia Sandu, ha asegurado que no tiene información de que se esté preparando una ofensiva contra Ucrania desde Transnistria. El gobernador de la región ucrania de Vinnitsia, en el sudoeste del país, acusó a Rusia en su canal de Telegram del ataque en Transnistria, que consideró una “provocación planeada”.