El Hospital Regional San Juan de Dios de Tarija, atrapado entre la carencia y el abandono
Hablar de las deficiencias del Hospital Regional San Juan de Dios (HRSJD) de Tarija se ha convertido en una constante, pero hoy su crisis alcanza niveles alarmantes. Actualmente, cuenta con apenas 10 camas de terapia intensiva, todas permanentemente ocupadas, y la rotación solo ocurre cuando un paciente mejora o fallece.
Un recorrido realizado por El País constató el abandono: mobiliario deteriorado, paredes desgastadas, pisos rotos y una infraestructura general en estado crítico. A pesar de este panorama, los pacientes continúan acudiendo al único hospital público de tercer nivel en el departamento, ya que recurrir a clínicas privadas implica costos elevados que no todas las familias pueden afrontar.
Intentos por entrevistar al director del HRSJD, Dulfredo Ozuna, fueron infructuosos. No obstante, el Sindicato de Ramas Médicas en Salud Pública (Sirmes) denuncia un “abandono intencional”. Su dirigente, Marcos Oliva, afirmó que la actual administración de la Gobernación ha mostrado una falta total de interés en mantener la infraestructura y equipamiento.
A esto se suma la existencia de equipamiento adquirido durante la pandemia de Covid-19 que hoy permanece abandonado, como hospitales móviles, según admitió la secretaria de Desarrollo Humano, María Lourdes Vaca. Vaca atribuyó la responsabilidad inicial al exgobernador Adrián Oliva, pero reconoció que la crisis continúa bajo la gestión actual.
Oliva denunció que el área de terapia intensiva montada para pacientes Covid, que contaba con 17 camas, fue desmantelada para otros fines, perdiéndose la oportunidad de consolidar un centro robusto de atención crítica. Actualmente, el HRSJD opera con 10 camas de terapia intensiva, insuficientes para la demanda existente.
En cuanto a recursos humanos, el número de trabajadores en salud ha descendido de más de 1.300 a 970. De ellos, aproximadamente 140 han sido trasladados al Hospital Materno Infantil, que apenas funciona con 14 camas habilitadas de las 283 proyectadas.
A pesar de las carencias, el gobernador de Tarija, Oscar Montes, planteó la demolición del hospital para construir uno nuevo, propuesta rechazada por el Sirmes, que señala ejemplos nacionales donde hospitales históricos fueron remodelados y modernizados, no demolidos.
Además, denuncias de mala praxis, como el reciente caso de Daniela, han llevado a pedir auditorías técnico-administrativas que analicen los procedimientos del personal médico.
Mientras tanto, pacientes como Pablo B. deben buscar procedimientos básicos en clínicas privadas, donde los costos superan los 8.000 bolivianos. Otros, como Marina F., deben enfrentar largas y frías madrugadas para conseguir una ficha de atención.
La crisis del HRSJD refleja no solo la falta de recursos, sino una profunda desatención política que compromete el derecho fundamental a la salud en Tarija.