Por primera vez en la historia, Rusia ha utilizado el misil balístico RS-26 Rubezh, conocido como «Oreshnik», contra un objetivo en Ucrania. Este lanzamiento, que no incluyó cabezas nucleares, fue dirigido a la ciudad de Dnipro, marcando un claro mensaje político hacia Ucrania y sus aliados occidentales.
El misil, diseñado originalmente para portar cabezas nucleares, recorrió cerca de 6.000 kilómetros desde la región de Astrakán, en el Cáucaso, hasta alcanzar su objetivo. Dnipro, una ciudad de casi un millón de habitantes, tiene un simbolismo especial al haber sido la capital de la industria de misiles durante la época soviética.
Aunque no está confirmado si el misil llevaba una carga explosiva convencional o era una prueba inerte, su impacto en una zona civil representa un peligro significativo. Según expertos, este acto tiene más relevancia simbólica que militar, dado que el Rubezh fue diseñado para alcanzar objetivos en Europa Occidental con capacidad intercontinental.
El uso de este misil permite a Occidente estudiar sus restos, obteniendo potencial información estratégica. Sin embargo, analistas descartan que este acto implique una escalada nuclear inmediata. Según expertos, acciones como estas forman parte de la doctrina de disuasión rusa, más que de un cambio en el desarrollo militar del conflicto.
Tras el lanzamiento, la portavoz rusa, María Zajarova, evitó comentar sobre el misil, aumentando la tensión mediática. Mientras tanto, Ucrania continúa dependiendo de sus misiles occidentales para responder a los ataques, manteniendo sus limitaciones de uso.