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martes, abril 29, 2025
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Primera ministra británica dimite acorralada tras seis semanas en el cargo

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La primera ministra británica, la conservadora Liz Truss, anunció este jueves su dimisión apenas seis semanas después de llegar al poder, acorralada por sus propias filas, y su formación deberá escoger a un nuevo líder la semana que viene.

«Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el cual fui elegida por el Partido Conservador», declaró Truss, de 47 años, que se convirtió en la jefa del gobierno británico que menos tiempo pasó al mando del ejecutivo.

Un nuevo proceso de votación interna de los conservadores se organizará rápidamente, de aquí al 28 de octubre, en un contexto de grave crisis económica y con una inflación de 10,1% en septiembre, la más alta en 40 años.

Según el dispositivo revelado por el partido, tres diputados conservadores, como máximo, podrán presentarse como candidatos oficiales a sucederla y necesitarán tener al menos 100 apoyos (de los 357 representantes conservadores).

Estos apoyos deberán ser presentados de aquí al lunes, a las 14H00 locales (13H00 GMT), para una votación el 28 de octubre.

El anuncio de la dimisión se produjo tan solo unos momentos después de que su portavoz asegurara que la mandataria no tenía previsto dejar el cargo y que seguía trabajando con el ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, para presentar un plan económico.

Sin embargo, Truss se reunió a media mañana con el diputado que encabeza el poderoso Comité 1922, encargado de la organización interna del Partido Conservador, y por ende, de un posible procedimiento de sucesión.

– Rebelión en sus filas –

La primera ministra se enfrentaba a la rebelión entre sus filas y desde el miércoles, más de una decena de diputados conservadores habían pedido su renuncia.

«Liz Truss debe irse lo más pronto posible», sentenció en una tribuna del Daily Telegraph David Frost, que le había brindado un fuerte apoyo.

La popularidad de Truss cayó en picado después de que diera un giro radical y abandonara su paquete de medidas económicas, que incluía recortes de impuestos masivos y un colosal apoyo a las facturas energéticas, dos cuestiones que hicieron temer un descalabro en las cuentas públicas.

El miércoles, Truss sufrió un nuevo revés con la dimisión de su ministra de Interior, Suella Bravermam. Su renuncia se sumó a la destitución, el 14 de octubre, del entonces ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng.

Aunque Truss aseguró que era una «luchadora» y no «alguien que abandona», su cargo pendía de un hilo.

Los conservadores decidieron evitar comicios generales y volverán a iniciar un proceso de elección interna para designar al quinto primer ministro desde que los británicos votaron por el Brexit (la salida de la Unión Europea) en 2016.

El anterior proceso de selección tuvo lugar en el verano boreal, tras la dimisión de Boris Johnson, atrapado por una serie de escándalos.

Entre los posibles sucesores se menciona a Rishi Sunak, Jeremy Hunt, Penny Mordaunt y al propio Johnson.

– «Deber patriótico» –

El jefe de la oposición laborista, Keir Starmer, pidió la celebración inmediata de elecciones generales anticipadas, sin esperar el fin de la legislatura a finales de 2024 o inicios de 2025.

Los conservadores están «faltando a su deber patriótico básico de dejar al pueblo británico al margen de sus patéticas disputas», afirmó en la mañana Starmer ante el Congreso de Sindicatos (TUC).

La jornada del miércoles se convirtió en un drama para el gobierno de Truss con la dimisión de Braverman, considerada del ala dura del partido.

Braverman alegó como motivo para su dimisión haber usado su cuenta de correo personal para enviar un documento oficial, pero en su carta de renuncia criticó la política migratoria de Truss.

Fue reemplazada horas después por Grant Shapps, exministro de Transporte con Johnson y apoyo de Rishi Sunak (el otro candidato a liderar a los Tories que perdió frente a Truss).

Esta tormenta política en una de las principales potencias mundiales, en plena guerra en Ucrania, suscitó una avalancha de reacciones internacionales.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió continuar la «cooperación estrecha» con Reino Unido, asegurando también que la amistad de «largo plazo» y la «firmeza» de la alianza entre los dos países se mantendrán sin cambios.

 

 

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La primera ministra británica, la conservadora Liz Truss, anunció este jueves su dimisión apenas seis semanas después de llegar al poder, acorralada por sus propias filas, y su formación deberá escoger a un nuevo líder la semana que viene.

«Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el cual fui elegida por el Partido Conservador», declaró Truss, de 47 años, que se convirtió en la jefa del gobierno británico que menos tiempo pasó al mando del ejecutivo.

Un nuevo proceso de votación interna de los conservadores se organizará rápidamente, de aquí al 28 de octubre, en un contexto de grave crisis económica y con una inflación de 10,1% en septiembre, la más alta en 40 años.

Según el dispositivo revelado por el partido, tres diputados conservadores, como máximo, podrán presentarse como candidatos oficiales a sucederla y necesitarán tener al menos 100 apoyos (de los 357 representantes conservadores).

Estos apoyos deberán ser presentados de aquí al lunes, a las 14H00 locales (13H00 GMT), para una votación el 28 de octubre.

El anuncio de la dimisión se produjo tan solo unos momentos después de que su portavoz asegurara que la mandataria no tenía previsto dejar el cargo y que seguía trabajando con el ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, para presentar un plan económico.

Sin embargo, Truss se reunió a media mañana con el diputado que encabeza el poderoso Comité 1922, encargado de la organización interna del Partido Conservador, y por ende, de un posible procedimiento de sucesión.

– Rebelión en sus filas –

La primera ministra se enfrentaba a la rebelión entre sus filas y desde el miércoles, más de una decena de diputados conservadores habían pedido su renuncia.

«Liz Truss debe irse lo más pronto posible», sentenció en una tribuna del Daily Telegraph David Frost, que le había brindado un fuerte apoyo.

La popularidad de Truss cayó en picado después de que diera un giro radical y abandonara su paquete de medidas económicas, que incluía recortes de impuestos masivos y un colosal apoyo a las facturas energéticas, dos cuestiones que hicieron temer un descalabro en las cuentas públicas.

El miércoles, Truss sufrió un nuevo revés con la dimisión de su ministra de Interior, Suella Bravermam. Su renuncia se sumó a la destitución, el 14 de octubre, del entonces ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng.

Aunque Truss aseguró que era una «luchadora» y no «alguien que abandona», su cargo pendía de un hilo.

Los conservadores decidieron evitar comicios generales y volverán a iniciar un proceso de elección interna para designar al quinto primer ministro desde que los británicos votaron por el Brexit (la salida de la Unión Europea) en 2016.

El anterior proceso de selección tuvo lugar en el verano boreal, tras la dimisión de Boris Johnson, atrapado por una serie de escándalos.

Entre los posibles sucesores se menciona a Rishi Sunak, Jeremy Hunt, Penny Mordaunt y al propio Johnson.

– «Deber patriótico» –

El jefe de la oposición laborista, Keir Starmer, pidió la celebración inmediata de elecciones generales anticipadas, sin esperar el fin de la legislatura a finales de 2024 o inicios de 2025.

Los conservadores están «faltando a su deber patriótico básico de dejar al pueblo británico al margen de sus patéticas disputas», afirmó en la mañana Starmer ante el Congreso de Sindicatos (TUC).

La jornada del miércoles se convirtió en un drama para el gobierno de Truss con la dimisión de Braverman, considerada del ala dura del partido.

Braverman alegó como motivo para su dimisión haber usado su cuenta de correo personal para enviar un documento oficial, pero en su carta de renuncia criticó la política migratoria de Truss.

Fue reemplazada horas después por Grant Shapps, exministro de Transporte con Johnson y apoyo de Rishi Sunak (el otro candidato a liderar a los Tories que perdió frente a Truss).

Esta tormenta política en una de las principales potencias mundiales, en plena guerra en Ucrania, suscitó una avalancha de reacciones internacionales.

El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, prometió continuar la «cooperación estrecha» con Reino Unido, asegurando también que la amistad de «largo plazo» y la «firmeza» de la alianza entre los dos países se mantendrán sin cambios.

 

 

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«Dada la situación, no puedo cumplir con el mandato para el cual fui elegida por el Partido Conservador», declaró Truss, de 47 años, que se convirtió en la jefa del gobierno británico que menos tiempo pasó al mando del ejecutivo.

Un nuevo proceso de votación interna de los conservadores se organizará rápidamente, de aquí al 28 de octubre, en un contexto de grave crisis económica y con una inflación de 10,1% en septiembre, la más alta en 40 años.

Según el dispositivo revelado por el partido, tres diputados conservadores, como máximo, podrán presentarse como candidatos oficiales a sucederla y necesitarán tener al menos 100 apoyos (de los 357 representantes conservadores).

Estos apoyos deberán ser presentados de aquí al lunes, a las 14H00 locales (13H00 GMT), para una votación el 28 de octubre.

El anuncio de la dimisión se produjo tan solo unos momentos después de que su portavoz asegurara que la mandataria no tenía previsto dejar el cargo y que seguía trabajando con el ministro de Finanzas, Jeremy Hunt, para presentar un plan económico.

Sin embargo, Truss se reunió a media mañana con el diputado que encabeza el poderoso Comité 1922, encargado de la organización interna del Partido Conservador, y por ende, de un posible procedimiento de sucesión.

– Rebelión en sus filas –

La primera ministra se enfrentaba a la rebelión entre sus filas y desde el miércoles, más de una decena de diputados conservadores habían pedido su renuncia.

«Liz Truss debe irse lo más pronto posible», sentenció en una tribuna del Daily Telegraph David Frost, que le había brindado un fuerte apoyo.

La popularidad de Truss cayó en picado después de que diera un giro radical y abandonara su paquete de medidas económicas, que incluía recortes de impuestos masivos y un colosal apoyo a las facturas energéticas, dos cuestiones que hicieron temer un descalabro en las cuentas públicas.

El miércoles, Truss sufrió un nuevo revés con la dimisión de su ministra de Interior, Suella Bravermam. Su renuncia se sumó a la destitución, el 14 de octubre, del entonces ministro de Finanzas, Kwasi Kwarteng.

Aunque Truss aseguró que era una «luchadora» y no «alguien que abandona», su cargo pendía de un hilo.

Los conservadores decidieron evitar comicios generales y volverán a iniciar un proceso de elección interna para designar al quinto primer ministro desde que los británicos votaron por el Brexit (la salida de la Unión Europea) en 2016.

El anterior proceso de selección tuvo lugar en el verano boreal, tras la dimisión de Boris Johnson, atrapado por una serie de escándalos.

Entre los posibles sucesores se menciona a Rishi Sunak, Jeremy Hunt, Penny Mordaunt y al propio Johnson.

– «Deber patriótico» –

El jefe de la oposición laborista, Keir Starmer, pidió la celebración inmediata de elecciones generales anticipadas, sin esperar el fin de la legislatura a finales de 2024 o inicios de 2025.

Los conservadores están «faltando a su deber patriótico básico de dejar al pueblo británico al margen de sus patéticas disputas», afirmó en la mañana Starmer ante el Congreso de Sindicatos (TUC).

La jornada del miércoles se convirtió en un drama para el gobierno de Truss con la dimisión de Braverman, considerada del ala dura del partido.

Braverman alegó como motivo para su dimisión haber usado su cuenta de correo personal para enviar un documento oficial, pero en su carta de renuncia criticó la política migratoria de Truss.

Fue reemplazada horas después por Grant Shapps, exministro de Transporte con Johnson y apoyo de Rishi Sunak (el otro candidato a liderar a los Tories que perdió frente a Truss).

Esta tormenta política en una de las principales potencias mundiales, en plena guerra en Ucrania, suscitó una avalancha de reacciones internacionales.

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