La capacidad de Gustavo Petro como presidente se pondrá realmente a prueba a partir de este lunes. Colombia consuma su apertura absoluta a Venezuela con el restablecimiento de relaciones comerciales en la frontera, todo bajo la estrecha vigilancia de Estados Unidos. Petro construye actualmente una nueva relación con Nicolás Maduro sin desconocer por completo los intereses de Washington, que quiere que el gobierno chavista regrese a la mesa de negociaciones en México y retome las conversaciones con la oposición de cara a las elecciones presidenciales de 2024 que pueden considerarse justas. y democrático.
Funcionarios colombianos se han reunido en las últimas semanas con casi la totalidad de la lista Clinton, compuesta por individuos sancionados por vínculos con el narcotráfico. Está el propio Maduro, el ministro Tareck El Aissami o Diosdado Cabello, entre otros. Jerarcas chavistas de gran peso. Los países ya mantienen relaciones diplomáticas y comerciales tras tres años de apagón total. Mientras tanto, el gobierno chavista ha sido aislado internacionalmente y sometido a fuertes sanciones que limitan severamente sus movimientos. Ese inmovilismo pareció romperse el año pasado, cuando comenzaron las negociaciones en México, pero los chavistas lo abandonaron abruptamente tras la detención del colombiano Álex Saab, a quien Washington considera el principal testaferro de Maduro.
El escenario ahora empieza a ser diferente. La invasión rusa de Ucrania llevó a Estados Unidos a buscar alternativas a su suministro energético. Caracas podría ser una opción. Maduro recibió por sorpresa a una delegación de funcionarios estadounidenses el 5 de marzo, aniversario de la muerte de Hugo Chávez. Además, la llegada al poder de Petro en Colombia también ha significado un cambio de rumbo, ya que el nuevo presidente está convencido de que la estrategia de aislamiento de Maduro ha fracasado y no ha traído ningún beneficio a Colombia.
Petro estuvo la semana pasada en Nueva York, donde dejó claro que no desplegará una política de sumisión con Estados Unidos, al menos en términos retóricos. A l’Assemblée générale de l’ONU, il a critiqué la guerre contre la drogue et la lutte contre le changement climatique, deux dossiers menés par les Etats-Unis.Aucun président précédent n’avait affiché une position aussi frontiste dès son arrivée au poder. Dos días después, llegó tarde a un cóctel organizado por Joe Biden para líderes extranjeros, por lo que ni siquiera se cruzaron. Cuando se le preguntó a Petro por este desliz, respondió que no era una reunión privada y que él no era uno de esos políticos que obligan a pasar a Biden en el baño.
Sin embargo, Estados Unidos es el principal socio de Colombia y, sin ellos, Petro difícilmente podrá llevar a cabo un programa tan ambicioso como el que tiene en mente. Washington tiene un papel fundamental en la lucha contra los cárteles de la droga que el presidente quiere legalizar y convencerlos de que depongan las armas. Y también tiene mucho que decir en la reforma agraria que propone, con la que apunta a una mejor distribución de la tierra en el país. Esta es la raíz de muchos conflictos que han asolado a la nación durante décadas.
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Esto supone que Petro debe navegar entre estas dos aguas. Caracas quiere que Bogotá le compre gas, pero eso contradice su retórica a favor de las energías renovables. La idea de Petro era no involucrar al chavismo en las negociaciones de paz con el ELN, una guerrilla colombiana asentada en suelo venezolano, pero se dio cuenta de que sin su mediación sería imposible y ya le ofreció a Maduro el papel de garante. De momento, ya le ha pedido que vuelva a la justicia interamericana, según informa EL PAÍS. En este caso, la justicia internacional volvería a tener jurisdicción en Caracas, que Chávez cortó cuando certificó que la democracia venezolana se había debilitado bajo su mandato.