Este año Jack Antonoff ganó el Grammy a productor del año (“exceptuando música clásica”, especifica la categoría, no nos fuéramos a liar). Era su tercera nominación consecutiva al premio y su primera victoria. Teniendo en cuenta la devoción por el éxito de estos galardones que otorga la industria musical estadounidense, hubiera sido difícil de explicar que se lo hubiera llevado otro candidato. Antonoff produjo en 2021 Gold Rush, de Taylor Swift; Chemtrails Over the Country Club, de Lana Del Rey; Daddy’s Home, de St. Vincent; Solar Power, de Lorde; Sling, de Clairo y Take the Sadness Out of Saturday Night, de Bleachers, su propio grupo.
En realidad, el premio confirmaba lo que días antes había avanzado un algoritmo: “Jack Antonoff es actualmente el mejor productor musical del mundo”, afirmaba la lista Los 100 productores más exitosos del negocio de Jaxsta, una nueva web que se presenta como “la mayor base de datos musicales del mundo”. Según esta página, su algoritmo decidió que Antonoff es el número uno teniendo en cuenta estos criterios: su posición en las listas de éxitos, las victorias y nominaciones a los Grammy, las reproducciones de Spotify y las ventas físicas. Así, se impuso en ese listado a Kanye West, Max Martin o Diplo. Nombres bastante más conocidos que el suyo.
En la ceremonia de entrega de los Grammy, cuando se pronunció su nombre, salió elegantemente vestido con un traje de Chanel, pero atropellado y nervioso. Con esa imagen que cultiva en la que es todo timidez y humildad. Se lo dedicó a su equipo, a su agente y a su novia, la actriz Margaret Qualley, hija de Andie MacDowell. Y terminó diciendo. “Esto se lo dedico a toda la gente que se sienta en casa, hace mierda que cree que es realmente genial y sigue haciéndola y sigue haciéndola”.